TRES POEMAS DEL LIBRO "ANHEDONIA"

Posted: lunes, diciembre 10, 2012 by Walter L. Bedregal Paz in
0


TRES POEMAS DEL LIBRO "ANHEDONIA"


Razones sobre por qué no leer Estereozen



 
 
De acuerdo, estilema, fracción del estilo, apelación al quark
de un punto sobre la página de los estudiosos.  Bien pueda,
un día o el siguiente la vizcacha hablaba en señas
sobre una torre de nieve escrita en chino, seriadas o palillos,
sobre una bandera quemada enrollando a mi madre. Wendy,
era una zombi que murió hace mucho. Johanna murió esta noche.
Era el final de algo que no se comprendía. Un ascensor
de sangre, de pájaros fecales circulando en el cuerpo:
circulaciones, plazas que también afuera son visibles.
Allá giran todos los sueños muertos: los ángeles amputados
mendigando una moneda en la gran avenida del tedio.
En cambio, un piel roja, que hablaba sobre la pregunta de la tierra
alzó la mano en un seminario sobre ecología. Haremos yoga,
la limpieza energética: quién sabe. Un ángulo manchado
de sangre trepa, trepa al hocico del cineasta que filma
un documental sobre el cuerpo limpio. Sin duda, es un comienzo.
Desde luego, esto sucedía en cierta sección del cerebro
como recuento o teoría política que se tritura a sí misma
o se esgrime sobre la belleza de un sol acumulado o
en un vaso de vodka ante el beso de una pareja tranny que no se ama.
Son principios, ángulos, medias de seda colgando en el hotel
en el terrón de agua de la luna y un gesto problemático, sea dicho,
arremolinado en la cuestión del tiempo. Un principio
es el esbozo de un ciborg todavía demasiado aturdido por la historia
contra las huestes del cuerpo y su demolición variada. Chanfle,
poseer una enfermedad metabólica, una diabetes, digamos,
es como un basurero en los ángulos de una habitación
mentalmente amoblada por un ghetto de manicuristas.
Por eso no pensar tiempo arriba, si no cuerpo abajo: las ingles del reloj.
El departamento de las células como un Dark side of the moon
del intestino grueso de las cosas. Deducciones o traducciones puras:
el odio y la distancia se imponen en el mundo que elaboramos hoy,
pero siempre. Era el recuerdo de los insultos en la infancia,
de los amigos que no tuve, de los sueños agitados como radiador de auto
que en realidad me vencieron: ruiseñores darketos
entrando a gobernar la mirada o, al menos, el ojo: eso sería
como asumir que mi derrota se anteponía a mi derrota.
Una casa de carne mutilada por los sueños del cielo: una cañería
que no conduce si no a un problema del lenguaje para sordomudos.
Bien pues, bienvenidos amigos muertos, tilos que solo hay en mi mente,
crótalos de hule, sueños cadáveres huesos, amores reversibles
sobre el año nuevo de los materiales que se pueden proponer
con amabilidad en la boca.


 
Artekovsky prepara mística zen para su anhedonia



La promesa: los elementos desordenados como siempre.
Sentirse como un cubo de carne en cuyo centro hay una esfera de hueso
llorando. Una esfera de hueso enmarcada en una habitación
de guerra, en un cuadrante de llanto. No hay palabras
lo bastante hirientes como para agredirse sin dejar huella
de nuestra suma de órganos sobre los basurales y los pasadizos.
¿Meditación o anhedonia? No se trata de pensar las cosas,
si no de ofenderlas: no decir palabras sino objetos
sobre los párpados de los insomnes: el cuerpo insomne
que soy y es arrastrado hacia una hilera de álamos en verano relativo
que protegen mi ánima. Sustratos, capas de la noche desviada
de un núcleo que no existe, donde los patinadores dialogan
sobre un país oscilatorio & visible cuando la muchedumbre eleva sus cabezas.
Niños beben gin y observan un paisaje de colinas nevadas
que gira en la cabeza de un ratón de laboratorio persiguiendo
la noche en su laberinto donde las estrellas se deslizan
como moléculas amarradas a una superficie muy estéril.
Una plaza vacía, como un espacio blanco entre varias multitudes,
es recorrida en la máquina de escribir para iniciar el mundo
con palabras. La llave de esta frase-turbamulta-vértigo
es un boxeador que decidió incendiarse sobre un edificio
en construcción perpetua donde las cosas ignoradas
permanecen heridas por la luz de una luna demasiado múltiple,
de una luna multiplicada por un sol de células enfermas.
En el día, los objetos libran una batalla donde ya han perdido.
Botellas en el filo de la avenida atienden al que quiera observar
el caos del mundo y su materia sobre una línea recta.
El mundo: gimnasios donde la gente corre en caminadoras
hacia ningún lado y la senda del eterno retorno aparece resuelta
en una imagen poseída por la repetición y el tedio.
¿No hace falta un poco de realidad, algo que se toque por dentro,
como los huesos de las palabras invocadas desde su lengua muerta?
El problema no es que la ofensa y la condenación de una palabra
al decir lo que el cuerpo no dice se parezca a un caballito baldado
en un pozo de lodo, sino que la vida siempre expulsó al lenguaje,
porque es don de las cosas arañar su lindero,
su derrota afilada en la energía que la materia reúne
sobre un extremo de moléculas que se invocan a sí mismas
donde los monjes zen han salido a la calle con pistolas
para que cada cráneo sea un grano de arena en un jardín posible
y el silencio nos sea recibido.


 
Land-art para un adulto paranoico
                                                                
                   

Estamos lejos de casi todo: cosa horrible que nos maravilla.
En la carretera, un ciervo demanda la atención del lenguaje.
Carrizos, cortinas de una ópera kichua que sólo explica la reducción,
del infinito, a varias lomas. Lo que queda son informes de un proceso
que tuvo lugar sólo en la vida, que es poco, pero es lo que hay.
Ejemplo: flexionar rutas de vuelo hasta que alguna aterrice
sobre la gorra de un esquiador amateur que rebana su tostada.
Todavía neurosis ante soroche de montaña. (Este mediodía de niebla
donde mi cabeza gira hasta sentir el virus de una alegría circular).
En la ciudad, algunos kilómetros a la distancia, el viento
asume una posición menos abstracta. Ondean las banderas
& antenas parabólicas donde anidan huevos eléctricos que serán pronto
mapas satelitales o programas de luchadores con bazucas.
Terrazas desde donde se mira el horizonte o su teorema
son un ramo de puños donde se posa un escarabajo
y las industrias textiles suenan como conciertos de noise 
tras una noche de juerga en un carrusel cercado con alambre de púas.
Paisito o esquema de una ciudad donde los edificios esbozan su sentido
por calles que difieren de ellos por segundos + mi respiración.
Yo fui unidad animal para medir el tiempo y voy empacado
(bonus pack) & quise contarme en zonas cuyo relieve se ajusta
al torso de un nadador en mar abierto en días de verano sobre las olas.
Algo quebranta su dominio (esta casa de no ser nadie) y la montaña
es un galpón de máquinas, de pájaros montañas máquinas,
de ciudades con rascacielos reproducidos sobre una persistencia de alfil
ante algo sin sentido: un hombre solo en un mundo colmado.
La belleza es precipitarse y ser la precipitación y vibrar por algo
que anticipe al grillo que musita su cruce de flechas en latín siglo XXI:
pedacito de muerte, yo, cómo te llamaré, animalito, 
bolsa de conejos castrados sobre un manto de nieve…
Habría que preguntarse si estábamos vivos y si, vivos, en realidad
lo estábamos. Todo sin demasiado rigor porque la inteligencia
separa lo que está separado y no puede reunir lo que ha sido roto
para siempre. ¿Hay cosas rotas para un corto plazo? Paisito
en demolición perpetua que no puede existir sin algo que no pueda existir.
Entonces, romper la simetría como se rompe un vegetal exacto,
donde se respira frases Ya muérete, ya desespéranos, 
como si esa frase fuese también el asno donde un adolescente retardado
llora porque no puede entender por qué llora. Así aplicamos
un principio de postal californiana a algo que se formula
como campo minado y que fuera nuestra mejor elección de vacaciones.

0 comentarios: