HABITARÉ ESTE CUERPO de Diego A. Añamuro Rojas

Posted: lunes, diciembre 07, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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HABITARÉ ESTE CUERPO
Diego Armando Añamuro Rojas
Serie de poesía Jaula de papel N° 08
1ra. edición noviembre 2020
Págs. 58
Depósito Legal BNP N° 2020-07842
ISBN 978-612-4177-72-9
Lima - Perú


De nadie seré, solo de ti.
Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas, y mi corazón deje de latir.

Pablo Neruda
Chile, 1904 - 1973
Premio Nobel de Literatura 1971

Diego Añamuro ha escrito Habitaré este cuerpo, y con ese motivo nos presenta un catálogo de obsesiones que ejercen en el lector una atracción que limita con lo lírico y humano, a fin de cuentas. En esta ópera prima el autor nos hace dudar y sentir heridas y desazones que nos conducen hacia la desolación, el desasosiego y la ternura, esos lugares inhóspitos donde los ojos se mojan y a veces se ahogan, pero nos consuela pensar que precisamente esas cosas son humanas y de este mundo.

Darwin Bedoya

Diego Armando Añamuro Rojas
(Juliaca – 1985)

Cursó sus estudios primarios en la EIP 70550 Villa Hermosa del Misti (hoy los Libertadores), su conocimiento literario y pensamiento que ahora pregona los logró en la IES Politécnico Regional de los Andes, sus estudios superiores los realizó en el Instituto Superior Pedagógico Juliaca en la especialidad de Comunicación. Es co-autor de Crítica tertuliana del altiplano. Con sus décadas de vida se proyecta con una serie de ideas neo-vanguardistas post contemporánea – Revista literaria (2007) de las realidades y variedades para irradiar a toda la juventud juliaqueña que necesariamente espera un cambio.


Diego Armando Añamuro Rojas

Presentación

La poesía, su cuerpo…

Los poetas y la poesía son el más perfecto enigma. Si hablamos de poesía hablamos de sueños y grandeza, de ahí vienen los poetas que han vivido y soñado, en esa ruta ahora se encamina ahora Diego Armando Añamuro Rojas, que con perspicacia refleja en cada uno de sus poemas los recuerdos y anhelos. Las musas o la musa a quien tanto amor le entregó, lo cual se plasma ahora en una turbulencia de añoranzas y agonías.

Y como no todos los senderos son de flores, también están los de espinos y abismos, esas formas de la desilusión son parte de su bagaje lírico y de los  instrumentos al momento de expresar sentimientos de profundidad intensa, de himnos que segregan melancolías y añoranzas que no compiten con la vileza vana y absurda del desamor, más bien se regocijan en el trasfondo de su contenido e interioriza su ser viviendo intensidades de luz en la poesía.

Además, se tiene que resaltar la remembranza a la tierra que lo acoge y le vio nacer brindándole un merecido respeto y homenaje.


Lic. Fredy Camilo Condori Quispe


[SOLILOQUIO II]


Quisiera decirte palabras

como espadas por hacerme sentir como si fuera un simple fantasma, porque no
apreciabas la voluntad que hacía por estar siempre al lado tuyo.

No sé qué puedo hacer para decirte que mis recuerdos de

las abundantes desventuras ya se fueron, y que busco el momento para livianamente gritar que los buenos recuerdos al lado tuyo van regresando y que todo lo pasado se va olvidando, quedándose en un lugar donde todo lo que malogra nuestro buen carisma se pierde: el olvido.

Trato de conversar contigo para decir que mi promesa de
esperarte sigue en pie aguardando el paso del tiempo.


Te esperaré en un rincón del cielo, guíate por el camino
de las estrellas y si no lograras encontrarme, simplemente trata de soñar conmigo,
grita mi nombre al cielo y ten por seguro que alguien contestará.






EL VUELO DE LAS AVES EN PRIMAVERA de Walter Inga Flores

Posted: martes, noviembre 24, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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 EL VUELO DE LAS AVES EN PRIMAVERA

Walter Inga Flores
Serie de novela Resplandores del fuego N° 04
Págs. 174
(Lima, 2020)


En esta novela Walter Inga Flores nos muestra el signo del inexorable paso del tiempo. En cada página el autor  –con un lenguaje directo–, intenta develar la incertidumbre de la existencia. Según se desarrolla la trama, el lector, acompañado en el trayecto por memorias, despedidas, pasiones, amores, se irá adentrando en una saga familiar marcada por la amistad, la traición, el amor, la condición social y la vida misma. Regida por la emoción y la serenidad, El vuelo de las aves en primavera es un álbum de fotografías escritas, en su interior, el ser humano no pretende borrar el pasado ni eludir con éxito los azares del destino, sino más bien, salir triunfante y tratar de encontrar la dicha.



(Puno, 1960)

Nació a orillas del lago navegable más alto del mundo. Profesor de Educación Primaria, Bachiller en la ESEP Pedro P. Díaz Arequipa, egresado del Instituto Superior Pedagógico Puno. Posee una Maestría en Administración de la Educación, Universidad Católica Santa María. Doctor en Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. Integrante de la APLIJ Puno. Músico del Conjunto de Sicuris del Barrio Mañazo. Ex Coordinador de la Universidad José Carlos Mariátegui, Puno 2004 hasta 2017. Ha publicado los siguientes libros: Cuentos de mi Pueblo (1996); Algunos seres de la literatura oral Aymará (cuentos, 1998); Niños y niñas, trabajando y estudiando (poesía, 2001); Buscando el eslabón perdido en la meseta del Collao (cuentos, 2008); Siete días, una aventura (novela, 2014). En la actualidad es profesor de aula de la I.E.P. 70010 GUE “San Carlos”. 

HUANCARQUI, el pequeño EGIPTO

Posted: domingo, noviembre 08, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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HUANCARQUI, 

el pequeño

 EGIPTO

Edgar Llamozas

Primera edición, noviembre 2020

Págs. 174

Lima, Perú


Todos los vestigios, las evidencias, las similitudes y las tradiciones indican que sí.

 

La similitud, las huellas, los indicios y restos de la presencia de los antiguos egipcios de indudable precisión en Huancarqui…

 

                Es demasiada esta semejanza y a la vez increíble, reflejada en los rastros palpables y accesibles a nuestros sentidos en la muestra de expresiones y estilos de vida de estos egipcios que llegaron para fundar y edificar los cimientos de Huancarqui con varios siglos de anterioridad a los poderosos Incas. Estos, los Incas, habrían sido adiestrados por sabios egipcios posteriormente a su llegada a tierras peruanas en las diversas actividades humanas que van desde la arquitectura, ingeniería, metalurgia, textilería, culto a los muertos, la fe heliótica, la escritura secreta trivocálica, el vestido, la industria agrícola-ganadera, la cosmogonía, la organización social, las deidades del naturalismo y la astronomía.

 

Aquí en Huancarqui los vestigios son múltiples, maravillosos, auténticos, extraordinarios y únicos, impregnados de una aureola faraónica producto de los….¡Egipcios en Huancarqui…!



Edgar   Llamozas 

(Arequipa, 1956)

Nació en el mágico distrito de Huancarqui del valle de Majes, Arequipa, Perú el 21 de junio a las seis de la mañana del Año Nuevo Egipcio. Descendiente por línea genealógica paterna de Jesús Llamozas hijo de Néstor Llamozas, primogénito de Martín Llamozas y de su tatarabuelo José Llamozas quienes descienden de Luis de las Llamozas el Corregidor de Camaná y Ocoña en 1538, siglo XVI; llegados de España y de Portugal.  Aprendió a leer de manera autodidacta a los cinco años con el libro Cuentos Escogidos y escribía relatos en la escuela primaria en 1965.  Ganó el Concurso anual de redacción y ortografía en el colegio secundario en 1970, por lo que el director lo apodó El Poeta de las siete plumas en honor a Lorenzo de las Llamozas, gran poeta camanejo y de fama internacional. 

Estudió Idiomas en la UNSA y Lengua y Literatura en la Universidad Privada de Tacna. Viajero indetenible en Perú, América, Europa, África y Medio Oriente donde experimentó la convivencia étnica con culturas afines; especialmente con españoles, marroquí, bereberes, egipcios, turcos y árabes. 


Una ciudad innombrable de Vidal Rodríguez Quispe

Posted: by Walter L. Bedregal Paz in
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Una ciudad innombrable

Vidal Rodríguez Quispe

Serie de novela Resplandores del fuego N° 08

1ra. edición, noviembre 2020

Págs. 240

Lima, Perú


He aquí una novela de ficción histórica, una ucronía, lo que pudo ser, una versión de la fantasía antes que de la información o del razonamiento, donde el sujeto histórico tradicional cambia la versión de la historia, es decir el ángulo esencial donde se origina la narrativa, a través de personajes distintos, absolutamente literarios como son Pukinés, Yachay y Torrika, que hablan de Machu Picchu, la ciudad innombrable, en la que viven junto a una raza de hombres y mujeres inteligentes y físicamente dotados.

Pukinés se convierte en líder de los sacerdotes incas, en el corazón del imperio, por salvaguardar la ubicación de la ciudad sagrada de Machu Picchu, con la vida. Esa orden se extiende en la conciencia de quienes van a entregarse a su defensa. Un brebaje mágico, misterioso, oscuro, muy antiguo amenaza a los Hijos del Sol y a su descendencia.

¿Cuál es el papel al que se ve obligado jugar el joven Pukinés para salvar a su familia y a su gente?

Sumerjámonos en la espectacular aventura mística a la que invita el joven y prometedor novelista Vidal Rodríguez Quispe, que pone en movimiento las fuerzas sobrenaturales que sostienen y sacuden al Tahuantinsuyu desde sus cimientos. Una alternativa en la narrativa actual, a veces doméstica y plana; y que en este caso es exultante al tratar a la icónica Llajhta de Machu Picchu, construida por el Inca Pachacutec en el siglo XV, sobre ocupaciones muy antiguas que hoy provoca el asombro del mundo, por la armónica conjunción entre arquitectura y naturaleza, es decir poesía.

—Omar Aramayo


Vidal Rodríguez Quispe (Puno, 1980)

Es un lector empedernido y estudioso de la cultura andina. Ha estudiado Gestión Publica en la UNA-Puno. Tiene en preparación una saga de textos de ficción que desarrollan un misticismo identitario con profundas conexiones ancestrales. Poseedor de una imaginación apabullante y una capacidad insólita para sorprender al lector al tiempo que puede construir, solo con la ayuda de palabras, mundos complejos, como si realmente existieran. Esta es su primera novela, pero promete muchas más.

 

Venganza Cuchuna de Omar Ivan Benites Delgado

Posted: sábado, agosto 22, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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Omar Ivan Benites Delgado

Venganza Cuchuna

Serie de narrativa breve Presagio N° 18

1ra. edición, agosto 2020

Págs. 112

Lima – Perú


Venganza Cuchuna es el título que me permite presentar tres cuentos cortos cuyo relato tiene como escenario la diversidad cultural, geográfica y humana de uno de los lugares más privilegiados que he tenido oportunidad de conocer, y han sido muchos en mi país y el extranjero: Moquegua; así como también la tierra de mis padres y de mis abuelos, Santiago de Chuco, allá, en La Libertad.

Aquí, en donde la tradición, la fábula y la historia se mezclan de una manera casi natural; en donde lo imaginario y lo verdadero encuentran una simbiosis ancestral, se produjeron hechos que forman parte de su historia oficial, pero también de la otra, de aquella que no ha sido escrita o que se calla por múltiples razones. 



—Omar Ivan Benites Delgado

Moquegua, abril 2020

 

Carta para Omar Benites Delgado

 

Muy estimado Omar:

Hace diecinueve años prologué con innegable placer El folklore en Moquegua. Valioso trabajo de investigación y recuperación de algunas danzas típicas de nuestro pueblo. Recuperación doblemente valiosa ya que venía acompañada, en cada caso, de las letras de las canciones y la descripción de trajes y movimientos coreográficos. Trabajo que hoy es un hito insoslayable si queremos saber sobre danzas y canciones nuestras que han pervivido en el tiempo.                     

Después de aquella feliz incursión has guardado un prolongado silencio. En algún momento me hiciste saber que tenías en ciernes algunos cuentos relacionados con nuestra historia local los que, por obligaciones del diario vivir todos los que andamos por esos pagos de la investigación y la creación, las hemos confrontado más de una vez lamentablemente, tenías que ir posponiendo. 

Ahora tengo en mis manos tu libro de relatos Venganza Cuchuna. Trabajo con el que, con pie seguro, incursionas en la narrativa, y quieres que sea yo, una vez más, el que anuncie la buena nueva y dé la bienvenida, a este nuevo hijo tuyo de la inteligencia y, sobre todo, de ese tu insobornable amor a Moquegua.

 

Miraflores, abril del 2007.

 

—Ismael Pinto Vargas

Real Academia Peruana de la Lengua

Miembro de Número

 


HISKU En la Mansión del Qarachi de Ladislao Adco Sunchulli

Posted: jueves, julio 09, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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Ladislao Adco Sunchulli

HISKU
En la Mansión del Qarachi

Serie de literatura infantil
Elefante de marfil N° 06
Depósito legal BNP N° 2020 - 03196
ISBN N° 978-612-4177-62-0
1ra. edición, junio 2020
Págs. 162
Lima - Perú




Ladislao Adco Sunchulli, tiene el legado de sus padres quechuas pertenecientes a la nación Iru-Itu, nació en Kantagachi – Chucaripo, Distrito de Samán - Azángaro – Puno. Fue Especialista durante una década y media entre la USE – Juliaca; ADE Juliaca y UGEL San Román, llegando a ocupar el cargo máximo de esta Institución en el año 2,000. Contribuyó activamente en la construcción de la Estructura Curricular Básica en el Ministerio de Educación.
Publicó: Amaru Qhari, poemario quechua y / CD. Cosmovisión Andina, Ensayo; Hacia una auténtica formación integral, Texto Pedagógico; Compadres inseparables, Revista Cultural Bodas de Diamante; La pasión de escribir. Relatos de los alumnos del profesor Ladislao (Grupo Editorial Hijos de la lluvia, 2018); de la trilogía Las aventuras de Hisku y publicadas en la Serie de Literatura infantil Elefante de marfil, el primer libro: Hisku y los Purunrunas (Grupo Editorial Hijos de la lluvia, 2017), el segundo libro: Hisku en la Mansión del Qarachi (Grupo Editorial Hijos de la lluvia, 2020); Hisku y las almas en pena, inédito; Lawtaru el vigilante del frío poesía bilingüe, (quechua y español), inédito.
Actualmente es docente de la IEPM. N° 70545 “Túpac Amaru” de Juliaca, folclorista activo, docente activo en la enseñanza del idioma quechua.

                             ________________________________________________________ 

    Las historias de HISKU en la mansión del Qarachi, son dignas de los mejores elogios; al describirnos la vida y las peripecias en tramas ingeniosas y llenas de amenidad y fresca poesía de los peces y pececillos bajo las aguas de las lagunas, uno se conmueve y regocija; me hace sentir ese pez (Hisku); que soy frágil en mi destino, un simple habitante de este planeta sorteando inevitables peligros, uno entre multitudes; y que mi deber es respetar la vida, la naturaleza, flora y fauna, para disfrutarla, gozarla con inteligencia y sabiduría, que es la mejor filosofía para llevarnos en paz con nuestras familias y con las maravillosas fuerzas del universo. Un libro indispensable para los profesores y niños en las escuelas... Mi Biblia de cabecera.

Cronwell Jara Jiménez
PREMIO Casa de la Literatura peruana 2019





LOS CIELOS DE ACRÍLICO donde hay un anuncio de comida para gatos

Posted: martes, julio 07, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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Roddy Arhuiri

LOS CIELOS DE ACRÍLICO
donde hay un anuncio de comida para gatos

Serie de poesía contemporánea Jaula de papel N° 08
Depósito legal BNP N° 2020 - 01792
ISBN N° 978-612-4177-60-6
 1ra. edición, marzo 2020
Pp.62

Lima - Perú




 RODDY ARHUIRI QUILLA
(Puno, 1995)
  
Estudió en el colegio Industrial 45 “José María Arguedas” de Juliaca. Egresado del Programa de Lengua & Literatura de la Universidad Nacional del Altiplano, Puno. En el 2017 fue partícipe en la publicación Mi primera vez, siendo uno de sus primeras publicaciones literarias. En el 2018 obtuvo el premio Libro de Bronce en el género de poesía, otorgado por la Casa del Poeta Peruano, Filial-Juliaca. En el 2019 publicó Recreo del tiempo.




Hay un lugar que yo me sé
en este mundo, nada menos,
adonde nunca llegaremos.

Donde aún si nuestro pie
llegase a dar por un instante
será en verdad como no estarse.



—César Vallejo

E S C A L A R


Es una utopía encontrar una mujer que hable de Vallejo 
o de las decepciones de Melgar.

La lluvia es señal de la extinción de la poesía,          

la poesía es alimentada con la traición de una mujer.

La contaminación ambiental es tan mala

que llega a esterilizar a la poesía.

Al año dos mil cien el hombre llegará     

convertido en un dromedario terrestre.

El propósito de los poetas                 

es encontrar el camino de retorno a Olimpo.  

El secreto de un libro             
está en todas las calles de cada ciudad del mundo.

Mi nombre es una sombra que baila 

entre las voces mecánicas.

Las ciudades que no sonríen         

son los mejores cementerios del mundo.


Todo lo dicho tal vez no sea poesía.


_______________________

Rody Arhuiri ha escrito un libro donde destaca la armonía de las palabras y su capacidad para desdoblarse a pesar de cierta opacidad. El autor piensa en el límite de los signos y se cuestiona si la escritura es posible. Y todavía, en esa opacidad, la palabra y la metáfora resplandecen como cuerpo total, como una pequeña victoria, como un relámpago que alumbra de manera súbita una escena real. Así, página a página los poemas operan de manera solvente por las vías de la ironía y de cierta ternura que hacen del libro un conjunto considerablemente sólido. 

—Darwin Bedoya


Persistencia de la eternidad Antología de poemas a la Madre

Posted: domingo, mayo 10, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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Persistencia de la eternidad 
Antología de poemas a la Madre 
Walter L. Bedregal Paz
Compilador

Colección de poesía: Malos remedios Nº 02
Grupo Editorial Hijos de la lluvia
Págs. 78. Julio 2012
Arequipa - Perú



Prólogo

Mercedes y yo

La muerte duerme placenteramente/ dentro de nosotros, en vigilia, / cuidemos que no despierte. Decía en un mensaje, de una de las escenas culminantes en Pamoslake, texto narrativo en el que llevaba al extremo las relaciones familiares. Ese tema preeminente en la literatura universal sirve de nexo para “forjar” –palabra que me gusta– esta antología de poesía a la madre, con la que pretendo hacer un retrato de familia, en ella participan poetas de reconocido prestigio, las mejores firmas emergentes y algunas jóvenes promesas que conformarán dentro de unos años el panorama poético nuestro. En total, más de una treintena de autores que hacen de esta una antología donde la ternura y el sentir humano hacen fiesta.
Ahora quiero escribirle a mi madre, a pesar que está lejos, porque sé que ella estará siempre con nosotros, en todos los instantes de nuestra vida, porque una madre jamás abandona el fruto de sus entrañas; largos años de consejos ella supo brindarme, sus manos llenas de callos reflejaron tanto trabajo… siento que es poco lo que hago con este humilde homenaje junto a las imágenes que hicieron vibrar el corazón de los poetas en distintos pueblos, en horas desiguales, ante credos poéticos y escuelas obedientes a sensibilidades diversas. Mujer de tantos esfuerzos para darme educación y siento en mi corazón que las gracias debo darle. La nieve de la experiencia supo pintar su cabellera, en su rostro note la complacencia y felicidad al conocer a sus nietos, David, Cristopher y Dana; sé que hoy, a pesar de su ausencia, debo sentirme dichoso de tener a su Eusebio, mi padre, a mi lado… 
Este es un tributo a tu amor. De esta manera sabré que aún estás con nosotros. Porque al verte ahora sólo en fotografías que guardamos en viejos álbumes de familia, desempolvamos nuevas compañías, que se convierten en recuerdos felices, que atesoraremos aprendiendo de los olvidos, más de cien palabras, tu única mirada, más de cien motivos para recordarte siempre, que valdrán la pena; ahora eres el ángel en el cielo que cuidarás nuestras vidas con anhelo, revivirás la esperanza cada día, sembrarás luceros para no perdernos en el camino.
Persistencia de la eternidad, es un libro colectivo de poemas sobre el mundo de las relaciones familiares en torno a la madre, en el que participan autores de diferentes generaciones y estéticas, una prometedora antología de poemas. [...] La madre es el tema que une todos los relatos que conforman esta antología escrita. No hay mucho más para decir sobre la trama porque, en realidad, no se trata de un libro con introducción, nudo y desenlace. Es otra cosa, y de ningún modo de un premeditado menester antológico. El libro tiene un fin, de lo selecto y pleno de las más bellas palabras, giros y poemas, que recuerdan a cada instante los afanes, sacrificios y dolores que lleva a cabo la madre, promoviendo que el mejor homenaje, éste y los años siguientes será recordarla. El poeta murciano José Selgas, al referirse a las madres decía: Las madres son las que cubren de ángeles la tierra. La madre es una cosa que el niño ama y el hombre olvida. 
Nada de lo que se escriba al respecto estará a la altura de lo que está escrito en el cielo, que confundo en las noches con una estrella fugaz que lleva tu nombre. Pero yo no olvido... porque aquí comienza lo que no se acaba: tu nombre y tu memoria. 
Madre, tú que has dado tanto, hoy debo agradecer rindiendo honor a tu memoria; sólo quiero que no me olvides donde te encuentres, solamente estás feliz en mis sueños donde te busco, quiero verte… aunque me dan pastillas para no soñar, todo cambia, lo sé, pero hay cosas que se resisten.

 —Tu hijo.

______________
Edición PDF  Persistencia de la eternidad Antología de poemas a la madre  para plataforma digital: 
Cristopher A. Bedregal Hinojosa, mayo 2020.






LEVE CENIZA, de darwin bedoya

Posted: jueves, abril 16, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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Darwin Bedoya

Leve ceniza

Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección: Letras de la poesía latinoamericana N° 01
64 pp. 2010

R i t u a l e s

No escribiré nada acerca de lo que he visto. /Escribo al pie del instante
que esquivo, /a rastras de una pregunta preñada de preguntas.
¿Cómo decir que no soy, pero que, en cada palabra,
me veo, me oigo, me comprendo.
Edmond Jabès

[LXXXV]
Comienzo a escribir como quien empieza a nacer. Las palabras no son del viento, pertenecen a la poesía. Mi voz se ha dedicado a aferrarse fuertemente de un extraño silencio. Me cuesta vivir lo mismo que escribir. Sin embargo, sé que vivo, porque mis manos, como una sombra, trazan las huellas del silencio.

[LXXXVI]
¿De dónde vengo para callarme tantas cosas? Uno escribe en el viento y la poesía sucede. Ahora me pregunto si alguna vez fui una cosa humana. Si un día mi boca pudo haber dicho sílabas negras. ¿Quién habitará mañana estas líneas que va dictando, lentamente, mi mano?

[LXXXVII]
La poesía está más allá de las palabras o las palabras sólo sirven para sentirse poesía. Creo que estas no son las palabras, pero con un poco de suerte hubiese escrito un poema. Presiento que voy a un sitio que no es mi lugar. He perdido los papeles y tengo miedo de encontrar esa otra voz. Mi boca se ha quemado. Escribir siempre fue una forma de escapar del que habla. Esta noche que nadie diga mi nombre.

[LXXXVIII]
En ti me quedo, mi más indudable y alcanzable espejismo. Aquí las palabras juegan al silencio. Elijo este nido de huesos. Me quedo para siempre en estos jardines negros; todo intento por salir es inútil. Ciego asombro de la nada, me sobran las palabras.

[LXXXIX]
Yo jamás quise escribir palabra alguna, creo que nadie pronunció estas cosas, y ya es de noche en la cuesta. Ahora va mi voz a tientas por el silencio. Lanzaré mis huesos al viento, ya no quiero pensar, ni siquiera parecer nada. No diré más nada. Nadie sabrá la causa de estas palabras calladas. Empiezo a huir de mí. Me iré lejos. Sin mí.

[LC]
Es difícil este poco de silencio, las palabras me hablan desde la corona de ángeles que tengo en mi cabeza. Que nadie diga que los dolores no emocionan, porque muchos saben que se muere fácilmente frente a la escritura. Mis manos buscan palabras en mi boca. La distancia no volverá a existir. Estas palabras son los versos que nunca escribí. Mi cuerpo es un madero que se incendia.

[LCI]
Acomodo mis huesos en el centro de la hoguera: ¿Qué puedo ser en este desierto colgando de una flor? Ya nadie podrá cambiar mi existencia, mi cielo fornicador; gastado por el sexo y la locura que pende de mis cabellos; ya nadie atizará con palabras este fuego rojizo. ¿Dónde la ceniza? ¿Dónde la escritura? ¿Dónde mis manos? Que alguien corrija esta osamenta de sombras y ceniza.

[LCII]
Mi palabra se hace destino. Cada vez que escribo, un silencio me nace y no veo caminar a nadie conmigo, nadie escucha lo que digo. Mi palabra es la sangre vertida por los caminos que me persiguen. La muerte se va escribiendo sola.

[LCIII]
Soy el que no se cansa de contar las cicatrices en su rostro. El que corre hacia sí mismo. El que cura sus heridas con orines. Soy ese que no tiene dónde caerse muerto. El único que desconoce estas palabras. Me da miedo la posibilidad de seguir viviendo. Me he cansado de ser el único milagro en este vacío.

[XCIV]
Que alguna palabra corone este silencio con puros huesos. Que la poesía me imponga otro esqueleto ahora mismo, porque temo que mi demonio sea tan cruel como el vacío que sólo hace sombras. Mañana van a faltar muchas palabras. ¿Qué podré decir entonces?

[XCV]
Estoy leyendo estos muertos desparramados en mi patio. Estoy quemando el fuego que enciende y apaga mis sueños. Las palabras ya no son las que digo, el silencio es mi voz. El fuego es el goce de mis oraciones. La ceniza: un eco lejano de lo que fui.

[XCVI]
Estas palabras se repiten como la muerte en un silabario incompleto. Pero es mi nadie quien escribe, es como un demonio que se pone a orar para otros demonios. Es el silencio quien escribe estas sílabas negras. Crepúsculo desangrado, yo no existo.

[XCVII]
En mis palabras habita un poema oscuro. Cada vez que escribo, el cielo se nubla, y los pájaros se pierden en el mismo limbo que siempre anidaron. Escribir siempre será un dolor de uñas arrancadas: cielo nublado, pájaros perdidos.

[XCVIII]
En mi dios reposan las desdichas, y un poco de saliva me obliga a escribir desde mis vacíos: escribir para enmendar el silencio, desde hoy me dedicaré a masticar mi ausencia, sé que todavía tengo la lengua negra de tanto estarme callando. Ya nada humano me conmueve.

[XCIX]
Sólo porque las palabras pueden ordenar este caos, sólo por eso puedo ser silencio. Porque nadie podría estar en el lugar de las palabras. Quizá por ello soy un dios sangrante, la nada escrita en la palma de una mano.

[C]
Los gusanos de mi muerte escarban felices en mi pecho, se sientan en mis huesos y siembran su dentadura en mi corazón. En otro lugar suena una campana negra y ellos sonríen, el viento se lleva la ceniza derramada, carne de mi carne, pobres gusanos míos, siempre inventándome.

[CI]
Las cosas que escribo son la contemplación de la distancia. Cada palabra pronunciada me dice que crío en mi casa un vacío más grande que el mismísimo cielo. Escribo de rodillas, y todos los venenos y palabras dejan de pesar en mis manos. Osario de vocablos, hueso informe de la nada. En la lejanía puedo ver una candela. Escribir es caminar en la media noche, sin ninguna lámpara que te alumbre.

[CII]
Entumecido cadáver vivo, tú que todo lo dices sin hablar. Tú que mendigas con las dos manos, sabes bien que esta sangre ya estaba envenenada. Sabes que no hubo mejor veneno que este que ahora te quema la vida. Ya ves que no me arrepiento de nada, yo fui el veneno.

[CIII]
Llegaré hecho sombra, no existirá mi fantasma. Mis huesos y mi sangre serán un recuerdo, unos rastros de olvido comenzarán a pesar en mi forma de escalera, y un perro hambriento lamerá estos huesos. Todo por amor al olvido.

[CIV]
Un cráneo rebalsando mariposas, un caballo galopando sobre las palabras que bebo como un vino ciego, unas manos diciendo adiós, como un gusano perdiéndose en la bruma de la carne, creo que sólo es alguien llorando un mar de ausencias en mi pecho, mariposa que se posa en los vanos de mi cráneo. Eran muchos caballos y hacía polvareda. Las mariposas siguen volando para saber que existen.

[CV]
Estas palabras son las preguntas de mi ausencia. El recuerdo, hoy no dice nada. Escribo envenenado y las sílabas sangran incontenibles. Temo que al atardecer no sepa qué rostro llevo conmigo. La escritura es mi último veneno.

[CVI]
Me incendio los ojos con estas palabras. Mi escritura hace sombras en cualquier paraíso. Entonces ocurre un exceso de sombras. La ceniza imita el trazo de una fiebre goteando de mi pecho, es demasiado tarde. Los ojos arden, son candelas de un silabario que nadie sabrá comprender. Mi lengua se hace una sílaba ensangrentada. Ya sólo soy una parte de mí. Arden las palabras.

[CVII]
Mi tormento posee un extraño nombre, se arrastra en mi corazón y es otro el que siente y llora el desconsuelo. Alguien muere por mí cada día, sin saber que ya no existo.

[CVIII]
¿Acaso mi única realidad es esta que nombro? ¿Acaso las palabras que digo son un camino distinto del que pienso? Otra persona me habita, otra sombra borra el viento de mis ojos. Todo animal cabe en mí, toda palabra sea escrita en mis manos. Bajo mi negra lengua oculto el rescoldo que alguna vez incendió las palabras. Soy ceniza escrita en el viento. La palabra ausente. ¿Qué estoy diciendo?

[CIX]
La muerte se confunde en mis palabras: porque mientras escribo, me voy dando cuenta que esta presencia no podrá existir en ninguna otra muerte.

[CX]
Quiero que ante el silencio, poesía, seas la única palabra escrita en el mundo. Deseo que guardes las penas del infierno para mí. No te olvides que yo quería cantar entre las higueras y los relámpagos. Porque hoy he mirado atrás y he visto los días tirados en el fuego, todos como un ángel muerto. Sus alas de ceniza aún se movían. La luz del relámpago terminaba al tiempo. Un sudor blanco me lava los ojos.

[CXI]
¿Qué palabras, qué sílabas hirientes quieren oír? ¿Cuántas palabras hacen falta para decir el silencio? ¿Cuánto sabe una lengua que ha lamido el paraíso de la sal en mi pecho? ¿Cuánto falta para la ausencia? ¿Qué palabras, qué silencios esperan de mí?

[CXII]
Mis días tienen una historia volcada como un charco de sangre. La vida es más antigua que yo, y me desconozco. Pero digamos que soy yo. Escribamos que invento un jardín para todas las sombras. Supongamos que hay poesía con mi silencio. Y que yo, todavía no sé quién puedo ser.

[CXIII]
Pasan entre mis huesos unas manos vacías: un alfabeto envenado. Hay señales de despedida cada vez que la ceniza habita mis ojos. Presiento que vienen los desterrados del Paraíso, los que inventaron las horas negras que mueven el silencio de los días. A fin de cuentas, todo esto es algo mío que ya no me pertenece. Quijada enterrada, pronuncio todos los muertos, nadie habla.

[CXIV]
¿Cómo dejar abiertos los poemas? ¿Cómo destruirse en ellos, en cada verso? La angustia con que persisten estas palabras, sabe perfectamente que la muerte borra, con su larga cabellera, todo lo que voy escribiendo en mis noches de desvelo.

[CXV]
Un ave oscura anida en mis manos, por ella imagino la sangre que va por mis venas, mi única palabra ardiendo, con alas negras, cerradas mis manos.

[CXVI]
Mi cielo es una sombra, y como una pena va amaneciendo, un caballo atraviesa mi memoria, y los caminos se hacen polvareda, desdicha perfecta en la distancia. Ya nada humano puede conmoverme.

[CXVII]
Esta forma de llevar un rostro de cenizas es mi desesperanza. Mi nombre despertando en un vientre nuevo es mi otro delirio. Pero siempre soy el signo insomne que escribe poemas en otro lugar, soy el sonido de las palabras a las que renuncia la memoria, cada vez que sepan algo de mí, sabré que siempre fui el extraño al que nadie esperó: hablo de otra muerte, una breve eternidad.

[CXVIII]
Temo que el silencio sea en verdad el silencio. Tiemblan mis carnes al presentir que cientos de pájaros negros quieran hacer nidos sobre mi nuca. Temo ver una luz volviendo con la desesperación chorreando de tus labios. No sé dónde ir para no ver llegar a los perros de la memoria. Alguien llora y susurra oraciones, amontona mis huesos de muerto.

[CXIX]
Estas sílabas negras son parte de algún silencio. Aquí en mi pecho las palabras renuncian a decir algún remedio. Todo está oscuro desde hace un buen tiempo. Un pensamiento sale de las cenizas, mi boca está muda. Una flor comienza a reinar sobre la muerte.

[CXX]
No sé cuál es mi lengua, ni cuál mi sombra; me arrastra como a un niño este malviento, el silencio debe ser una maldición errante, por eso camino, de extremo a extremo, con mis dientes astillados y una luz perdiéndose en mis ojos.

[CXXI]
Las palabras en el silencio crecen como la hierba en un prado. Pero cuando las escribo, siento que no son capaces de contener a la muerte. La escritura es un paso urgente hacia la desaparición, ensalmo de un instante más para mis manos vacías. Aquí pudo haber existido un reino inmenso, con verdes prados. Aquí pude inventar un lenguaje para respirar, y no lo hice.

[CXXII]
Habito un hueso enfermo y, a veces, debo asumir una voz que me quite del rostro los vestigios oscuros. Es mi nombre el que se convierte en una sombra por el exceso de soledad. Hay una ilusión que se va ahuecando en mis ojos, como un trago de vino, un día no seré más: veo piedras ardiendo en otros ojos.

[CXXIII]
Supongo que habrá un lugar donde pueda esparcir mis huesos, donde mi sangre no tenga que llamarse sudor. Presiento que tendré que inventarme el alivio o volará ceniza por mi espalda. Mi nombre es un desierto de oraciones con agua y fuego. En todas las regiones de mis sueños llueve y llueve.

[CXXIV]
Sólo acariciando pájaros blancos logro imaginar un par de ventanas abiertas al silencio, y entonces las palabras caen eternamente escritas, se hacen poemas largos y silentes, arrastrándose, campanas colgadas en el viento, un murmullo errante. Mis manos sangran, el viento atraviesa las ventanas.

[CXXV]
Pájaros estas palabras, atraviesan el silencio como si no tuviesen alas, y son sólo sueños, sombras nuevas que se mueven, aleteos y mármol, caligrafías extrañas, un gesto imposible de volar, aves solamente. ¿Dónde comienza la poesía?

[CXXVI]
Al otro lado del mundo las casas están vacías, un hombre llega cansado y su dolor lo derrumba. Sabe la estrategia del olvido y la existencia de la poesía. La destrucción del silencio es la escritura contra la muerte, la ficción de la memoria. Nadie muere.

[CXXVII]
Tuve una vez un gesto sano, dije que no me conocía, porque nunca pude ser yo, sino, solamente aquel camino que no llega a ningún lugar; quizá una voz, un balbuceo, una espera. Hoy tengo la honda seguridad de que no soy nadie.

[CXXVIII]
Acaso mi única realidad sea esta que nombro, no la palabra que digo, sino el silencio de la palabra que pienso. Escribo para buscarme, y estoy tardando en encontrarme. Tal vez lo único humano en mí sea la escritura.

[CXXIX]
La muerte es un gusano trazando caminos en mi pecho. Una lenta ofuscación, un atuendo de neblina que nos separa de muchas cosas. Demasiados funerales ahora que quiero vivir hasta que las palabras en mi boca sean únicamente signos leves, como la ceniza o la poesía.

[CXXX]
Quizá un día las palabras no existan, entonces la poesía cantará más allá de la ceniza, cansada de ser polvo y olvido.

[CXXXI]
La poesía existe, en ella moran las más grandes heridas, la poesía es, porque un día vamos a morirnos, en aquellos lugares donde se reúnen las palabras que nunca terminarán.

[CXXXII]
Hubo un tiempo, mi corazón era un árbol, y pájaros dormitaban, en silencio, como la sangre, sombras de un desierto. Hubo un tiempo azul, era corazón; aún arde la leña, cenizas. Ahora la noche está ciega, empiezo a escribir.

[CXXXIII]
Las palabras son lámparas vacías, se apagan con el viento, palabras como olvidos, sólo osamentas esparcidas en el camino, polvo amorfo y sal, luz que ya no existe. Aunque ceniza esparcida, la poesía no se acaba.

[CXXXIV]
Si alguien pudiera devolver la carne a mis huesos, si pudiesen acariciar a mis muertos; pero son otros mis fantasmas de carne, otro el silencio de mis manos, otra la ceniza que brilla en el centro de mis ojos. Nadie me devolverá nada.

[CXXXV]
Ahora que mis palabras se pierden entre las sombras, como nunca, necesito creer que existe un infierno azul creciendo debajo de mi lengua. Porque, a veces, mis noches se hinchan como un dios enfermo, y en mis ojos empiezan a brotar hierbas oscuras, entonces sé de memoria que en algún corazón, un pájaro vuela buscando otra noche.

[CXXXVI]
Desde hoy me dedicaré a pedirle cuentas al tiempo, a quitarle palabras al silencio. Mañana, acostumbrados a un infierno extraño, mis poemas cruzarán, lentamente, el umbral de su propia muerte, entonces serán eternos. Comenzarán las canciones. Larga sombra colándose en los postigos.

[CXXXVII]
Escribo para sentir que aún estoy vivo. Aunque escribir sólo sea la vana intención de restaurar cenizas. Aquí en estas oraciones moran mis huesos. Por más que hable de serpientes o palabras, aunque escriba silencios y letras muertas; huesos y desapariciones, siempre hablaré de oscuras ceremonias. Aunque sé que nunca más volveré a escribir.



Darwin Bedoya

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La poesía de Leve ceniza nos transporta a un lugar
en el que existen pocos códigos para interpretarla
o demasiadas formas de entenderla.
¿Cómo se escribe la poesía necesaria para llegar a develar lo humano?
Cuando las palabras ya no dicen lo que deben decir,
¿cuál es el sentido de la poesía?
Las formas de la poeticidad, es sabido, son homogéneas,
y por lo mismo irreductibles; pero aquí,
en esta poetización de un lenguaje propio y sencillo,
también se instaura un caos generador de orden y lucidez,
así en los significantes como en los significados
y la poesía se transfigura,
traspasando aquello que se ha venido a llamar discursos herméticos
o aquellos que suponen una transparencia.
¿Entonces qué queda? La poesía extirpada a la poesía misma.
La poesía como la única posibilidad de fragmentarse a sí misma
para nacer de nuevo, para volver a cantar, a decir todo lo callado.
Y en este volver a decir no hay ninguna consideración.
Solamente la palabra sobre la palabra,
pulsación, plasma verbal, magma imaginario, violación de los límites,
oscuras ceremonias, huesos esparcidos y cantares y cenizas.
Esta es la poesía nacida del ser para el ser.

Walter L. Bedregal Paz




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P.D. El Director y Coordinador de la "Serie: Letras de la poesía latinoamericana", Walter L. Bedregal Paz, luego de coordinar con los representantes del Grupo Editorial «Hijos de la lluvia», y el ganador del Premio Copé Internacional de Oro 2011 en el Género de poesía, Darwin Bedoya, quienes tienen los Derechos Reservados del libro «Leve ceniza», gentilmente nos han cedido la parte final del libro, publicado en el año 2010 por el Grupo Editorial «Hijos de la lluvia», aquí la parte culminante de este su libro.