TRIBUTO A EDUARDO CHIRINOS (Lima, Perú 1960 - EEUU, 2016)

Posted: domingo, febrero 21, 2016 by Walter L. Bedregal Paz in
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Tributo a la Poesía
"Cielo de relámpagos"

 Juliaca 2016

Juliaca lee en voz alta los versos de la poesía,  desde este jueves 25 de febrero hasta el domingo 28 de febrero del presente, en las instalaciones de Real PLAZA - Juliaca.



Eduardo Chirinos Arrieta. Es autor de los libros de poesía: Cuadernos de Horacio Morell, Lima, 1981; Crónicas de un ocioso, Lima, 1983; Archivo de huellas digitales, Lima, 1985; Rituales del conocimiento y del sueño, Madrid, 1987; El libro de los encuentros, Lima, 1988; Recuerda, cuerpo... (Madrid, 1991); El equilibrista de Bayard Street, Lima, 1998; Naufragio de los días antología poética 1978-1998-, Sevilla, 1999; Abecedario del agua, Valencia, 2000; Breve historia de la música, Premio casa de América de Poesía, Madrid, 2001; Escrito en Missoula, Valencia, 2003 y Derrota del otoño, Antología personal, Guadalajara, 2003. Como crítico literario ha publicado El techo de la ballena (1991) y bajo el sello del Fondo de Cultura Económica, La morada del silencio, 1998. También ha editado dos volúmenes de poesía peruana: Loco amor, 1991, e Infame turba, 1992-1997; la antología Elogio del refrenamiento de José Watanabe (Sevilla, 2003), y dos libros misceláneos donde conviven la prosa crítica con la crónica y el verso: Epístola a los transeúntes, Lima, 2001 y El fingidor, Lima, 2003. Residía en Missoula, Estados Unidos, donde se desempeñaba como profesor de Literatura Hispanoamericana y española en la Universidad de Montana.


Para Roxana y Jorge, que las han visto.

 Camina de puntas el equilibrista de Bayard Street, 
evita el abismo la mirada y arranca de cuajo toda pretensión, 
¿de qué sirven el heroísmo, la grandeza, el entusiasmo? 
Poca cosa es la vida para el equilibrista de Bayard Street, 
poca la indulgencia de llegar al otro lado y repetir cien veces 
la misma operación.

Una mujer lo observa sin asombro,
tras la ventana acaricia el cabello de sus hijos
y turba con su canto los oídos del equilibrista de Bayard Street
Los vecinos lo ignoran, beben latas de cerveza, conversan
hasta altas horas de la noche,
¿quién repararía en tan inútil prodigio?
Sólo los niños señalan con el dedo al equilibrista de Bayard Strccf
ellos lo admiran, contienen la respiración y aplauden hasta
espantar a los gatos.
Una iglesia presbiteriana es el orgullo de Bayard Street; 
fue construida a principios de siglo y tiene torre y campanario. 
Fija la mirada avanza hacia la iglesia el equilibrista de
Bayard Street. 
Su esposa ha preparado una pierna de pollo, ensalada de
tomates y un plato de lentejas, 
con suerte harán el amor esta noche y tendrán un instante de
feroz alegría.
Es muy joven la esposa del equilibrista de Bayard Street; 
es ella la encargada de tensar la cuerda, la que mide la 
distancia entre la ventana y la torre, la que tiene
rostro de heroína de novela de amor. 
A nada le teme el equilibrista de Bayard Street, 
pero hace varias noches que no duerme; 
dicen que soñó que sus zapatillas colgaban de la cuerda 
mientras los niños esperaban que se despanzurrara de una
vez el equilibrista de Bayard Street.


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