Cuerpo enamorado / Carlos Mendoza / poesía puneña post dos mil
Posted: jueves, abril 16, 2020 by Walter L. Bedregal Paz in
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Carlos Mendoza
Cuerpo enamorado
Colección de poesía contemporánea
Jaula de papel Nº 01
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
pp.68 diciembre 2010
Juliaca Perú
Así presentamos a Carlos Mendoza, (Ayaviri, 1990) y complace
al Grupo Editorial "Hijos de la lluvia" publicar su primera entrega
poética titulada Cuerpo enamorado. En 2005 escribe sus
primeros versos. En 2007 inicia su carrera literaria integrando el Taller de
literatura La tribu de los espantapájaros dirigida por Darwin
Bedoya. Colaborando a la vez en las ediciones de la revista de literatura La
rama torcida. Luego de innumerables desafíos y lecturas, reúne sus
textos dispersos, sin orden cronológico en Cuerpo enamorado, colección
de poesías que es el fruto de haber insistido sin quejas los últimos cinco años
en la poesía.
Tras la publicación de este, su primer libro de poemas, luego de una
vida aligerada se trasladará al Norte en busca de su voz, que asegura es
original, y que la escucharemos en los libros inéditos que tiene en
preparación.
Para leer este poema sólo basta tu sonrisa y tu imaginación
Anotaciones de tu cuerpo
Tu cabello se desnuda al compás del
viento,
tu frente de nácar y ébano,
tus ojos que guardan un universo
misterioso,
tus labios frutos de un jardín
llamado cielo,
tus manos llenas de inocencia,
mujer echa de suspiros,
ataré a tu forma sencilla este
poema,
y una mañana cualquiera
descubrirás el porqué
los animales no hablan
pero sí escriben
A manera de canción
Hemos sido a estas horas
el motivo perfecto para
pensarnos
trasluce tus colores sobre
estas hojas
que se tiñen con tu recuerdo
Oh! Mi princesa de castillos
encantados
Oh! Mi doncella que aún no he
rescatado
Temo la soledad caer como un
gran yunque sobre mi cabeza de piedra
Ese sonido en mis
imperceptibles oídos
me rompe las ilusiones
Toco tu prenda íntima con mis
sueños
tengo el erotismo del fuego
sobre tus cabellos
duermo sobre tus pechos
que me dejan salir como un río
a la luz de tus albas
de tus adorados y tiernos ojos
negros…
I
Niña, tú que acaricias el cielo
con una sonrisa
y le das color a mi alma,
tú que sabes el itinerario de
la inocencia
el camino de la verdad
aprendida
adónde irán los versos de este
poema,
escritos bajo tu sombra, con tu
recuerdo
niña de bondades/esta noche
quiero amar tu nombre.
II
Quise amar tu nombre
y se me escapó de los labios
el trino silencioso de tu aroma
primavera de ilusión inesperada
los niños te amarán también
como aman el timbre a la hora
del recreo,
es tu sencilla forma de mirar
el mundo
como un ave en pleno vuelo
o
como pez que se desnuda en el
agua.
III
Dulce cristal
tus pupilas incandescentes
llorarías si se perdiera el
hombre
que siempre te mira detrás de
la ventana
y ligeramente a un lado de la
tristeza.
IV
Esta vez escribiré
jugando con la lluvia y tu
recuerdo
el matiz denso de tu cariño/yo
aún no lo he sentido
pero no pierdo esta inspiración
ni aunque se caiga el cielo,
nunca terminaré este poema
porque nunca dejaré de mirarte.
V
Yo he sentido tus manos
una noche cálida de aplausos y
luces
también tus ojos que se
clavaban
en la desnudez de los míos
yo he sentido tu aliento muy de
cerca
oxigenar mis sueños
y he sentido la ternura de tu
ser
jugando conmigo.
VI
En cambio ahora
a veces me miras y creo sentir
tu amor
a lo largo de la mañana
en el estío palpitante
una a una caen las horas
y volverás a partir de manera
cruel
dejándome con el pecho abierto
y el corazón sangrando versos.
A propósito de Cuerpo enamorado:
Sé que es la profesión del crítico - esto significa
que él ser vive de "pero no siempre para" - redactar resenciones,
sobre libros y otros asuntos peores. Por eso, pasados ya doce meses de la
publicación que en esta nueva oportunidad me conlleva a darle una revisión. Es
grata la sorpresa - una vez más - ya que el libro Cuerpo enamorado,
de Carlos Mendoza, como dicen, su primera opera prima trasuntó las
expectativas del Grupo Editorial Hijos de la lluvia, quienes
lo publicaron a fines de diciembre del 2010 - es decir tuvo primero en su
contra "por decirlo de otra manera" un año, pero que significó nada,
para lo que logró en su trayectoria, (éxitos en la III Feria
Internacional del libro Arequipa 2011- setiembre) y que decir de sus
presentaciones en Puno, Cusco y Tacna, el Sur fue su principal objetivo. No
quisiera dejar de mencionar que también hubo publicaciones de poesía de sus
coterraneos generacionales, que no pasaron de ser meras publicaciones - se
quedaron en lo no canónico -, un discurso para el olvido, en relación a lo que
debe ser la publicación de valor que puede ser incluido en el
"Canon", esas otras publicaciones, para el que redacta esta nota,
fueron solo manifestaciones artísticas de valor menos bueno, para los
pseudoacontecimientos que tan solo tuvieron lugar por mero cumplimiento del
deber y quejumbrosa explotación de capacidades para un entorno , que seguro
sigue preguntándose por los impulsos que los conllevaron a seguir esas
buenaventuranzas. Luego de leerlos, tuve que basarme en mi gusto de leer
poesía, en mi capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo.
Este año
- ya lo adelantó el autor "con 21 años recién cumplidos, invadirá
la capital, con su segunda entrega" -. Pero, a lo que iba, el
poeta con Cuerpo enamorado trata de examinar el peculiar
sentido de la proyección del hombre metafísico, no social, sobre el quehacer
poético y sobre el indeterminado sentimiento del proceso de una poesía puneña
post dos mil, tal como ha quedado establecido en los estudios de la escasa
crítica, pero crítica a la vez nuestra. El título del libro, de palabras del
autor, viene de un poema de Jorge Eduardo Eielson: Miro mi sexo con
ternura/ Toco la punta de mi cuerpo enamorado/ Y no soy yo que veo sino el
otro... Camilo Fernández Cozman, en un análisis del poema, deja claro,
que leer a Eielson, es no solo rendirle un homenje al poeta, que optó por el
exilio... Pocas veces un poeta como Eielson ha llegado a reflexionar
sobre el cuerpo con tanta hondura. Es como si descendiera a los abismos para
emerger con un nuevo rostro al asomar el alba. Manifiesta.
Anotaciones
de tu cuerpo
Tu cabello se desnuda al compás del viento,
tu frente de nácar y ébano,
tus ojos que guardan un universo misterioso,
tus labios frutos de un jardín llamado cielo,
tus manos llenas de inocencia,
mujer echa de suspiros,
ataré a tu forma sencilla este poema,
y una mañana cualquiera
descubrirás el porqué
los animales no hablan
pero sí escriben
Tu cabello se desnuda al compás del viento,
tu frente de nácar y ébano,
tus ojos que guardan un universo misterioso,
tus labios frutos de un jardín llamado cielo,
tus manos llenas de inocencia,
mujer echa de suspiros,
ataré a tu forma sencilla este poema,
y una mañana cualquiera
descubrirás el porqué
los animales no hablan
pero sí escriben
En su
poesía no podemos contemplar el difícil tramo que ha debido recorrer el hombre
como poeta, más aún su palabra, hasta darle caza a sus sentidos virtuales, pero
sí podemos descifrar los signos que de seguro le ofrecieron una tenaz
resistencia, en la creación de sus versos, donde sólo entrevemos una armónica
estructura, porque ese duro trabajo de forjar la poesía hace que su existencia
final, que el poema quede desdibujado por haber cruzado con docilidad el enigma
de la existencia de hombre y poeta.
En un poema
podemos encontrar el summun poético – que siempre nos exigía, y de seguro nos
seguirá exigiendo de un poema el poeta Percy Zaga -, infinitamente rico y
variado; aproximarnos a su estructura privilegiada y, sin embargo cuánto
tiempo y espacio hubo de recorrer la palabra, lo cual siempre fue y será
mi preocupación, porque imaginar cuantos espacios pudieron haberla no sólo
seducido sino intimidarla; y al final cuántas relaciones hubo de dejar hasta
verse aliada con los ecos y silencios en la conclusión de su anhelada obra.
Para leer
este poema sólo basta tu sonrisa y tu imaginación
I
Niña, tú
que acaricias el cielo con una sonrisa
y le das
color a mi alma,
tú que
sabes el itinerario de la inocencia
el camino
de la verdad aprendida
adónde
irán los versos de este poema,
escritos
bajo tu sombra, con tu recuerdo
niña de
bondades/esta noche
quiero
amar tu nombre.
II
Quise
amar tu nombre
y se me
escapó de los labios
el trino
silencioso de tu aroma
primavera
de ilusión inesperada
los niños
te amarán también
como aman
el timbre a la hora del recreo,
es tu
sencilla forma de mirar el mundo
como un
ave en pleno vuelo
o
como pez
que se desnuda en el agua.
III
Dulce
cristal
tus
pupilas incandescentes
llorarías
si se perdiera el hombre
que
siempre te mira detrás de la ventana
y
ligeramente a un lado de la tristeza.
IV
Esta vez
escribiré
jugando
con la lluvia y tu recuerdo
el matiz
denso de tu cariño/yo aún no lo he sentido
pero no
pierdo esta inspiración
ni aunque
se caiga el cielo,
nunca
terminaré este poema
porque
nunca dejaré de mirarte.
V
Yo he
sentido tus manos
una noche
cálida de aplausos y luces
también
tus ojos que se clavaban
en la
desnudez de los míos
yo he
sentido tu aliento muy de cerca
oxigenar
mis sueños
y he
sentido la ternura de tu ser
jugando
conmigo.
VI
En cambio
ahora
a veces
me miras y creo sentir tu amor
a lo
largo de la mañana
en el
estío palpitante
una a una
caen las horas
y
volverás a partir de manera cruel
dejándome
con el pecho abierto
y el corazón sangrando versos.
Si tan solo
entendieran qué es poesía, los que eventualmente se reúnen para discutir –
sería bueno públicamente -, porque resultaría divertido para algunos, para mí
observarlos sería esencial, las discusiones sobre poesía, son el eje y la tarea
primordial de la crítica, y aquellos que desempeñan esta labor, volviendo a la
palabra, discuten mutuamente, pero en pacífica unanimidad. Esta unanimidad
reina ante todo el vocabulario: la opinión, el juicio y el gusto son los
conceptos básicos. Y para que la cadena de monólogos se convierta en una de
diálogos, se juega un poco de ping pong: el uno opina que de todas maneras todo
es cuestión del gusto, pero el otro opina que también hay gustos buenos y
malos; el siguiente cree que las opiniones siempre son subjetivas, y el otro
considera que, si están objetivamente fundadas, también pueden acercarse a la
objetividad. De una de las esquinas exigen con signos de exclamación que se
tenga valor para expresar la propia opinión, y de la otra de las esquinas
contraatacan, exponiendo que más vale describir tan sólo, para dejar el juicio
en manos del lector. Sin embargo nadie habla de la poesía en sí misma. De forma
consciente o inconsciente se pasa por alto la cuestión de que la crítica es
realmente y de lo que debería ser, de cuál es su función y cuál podría tener si
realmente quisiera.
Porque a saber verdad, es arduo el oficio del
creador: frente a la noche de la escritura, en la entraña puramente inaudible
de los signos, traza contenidos y expresiones a su lenguaje; no se sabe cuándo
podrá encontrarlos, pero se sabe cuando eso sucederá, brotará de su interior la
luz del poema. Al llegar al mundo, el poema ofrece sus sonidos, abre sus
ámbitos para expresar los significados de ese mundo interior mucho más inmenso
que nuestro propio mundo, y el poeta no sólo construye el poema sino que
anteriormente ha debido construir un plano, un lenguaje propio, que le permitirá
optar por un nuevo significado o interpretación de la realidad, de su estancia
en este mundo frío.
Siento la música de tu cuerpo en la yema de mis
dedos
—Xavier Abril
A manera de canción
Hemos sido a estas horas
el motivo perfecto para pensarnos
trasluce tus colores sobre estas hojas
que se tiñen con tu recuerdo
Oh! Mi princesa de castillos encantados
Oh! Mi doncella que aún no he rescatado
Temo la soledad caer como un gran yunque sobre mi cabeza de piedra
Ese sonido en mis imperceptibles oídos
me rompe las ilusiones
Toco tu prenda íntima con mis sueños
tengo el erotismo del fuego
sobre tus cabellos
duermo sobre tus pechos
que me dejan salir como un río a la luz de tus albas
de tus adorados y tiernos ojos negros…
—Xavier Abril
A manera de canción
Hemos sido a estas horas
el motivo perfecto para pensarnos
trasluce tus colores sobre estas hojas
que se tiñen con tu recuerdo
Oh! Mi princesa de castillos encantados
Oh! Mi doncella que aún no he rescatado
Temo la soledad caer como un gran yunque sobre mi cabeza de piedra
Ese sonido en mis imperceptibles oídos
me rompe las ilusiones
Toco tu prenda íntima con mis sueños
tengo el erotismo del fuego
sobre tus cabellos
duermo sobre tus pechos
que me dejan salir como un río a la luz de tus albas
de tus adorados y tiernos ojos negros…
Para
escribir este poemario Carlos Mendoza se ha despojado de toda erudición
literaria e histórica que fue adquiriendo en el transcurso de su vida, sin ser
devoto ni discípulo de nadie, ha dejado de lado también sus conocimientos del
arte de olvidar. Es simplemente un poeta que lamenta con acentos casi
desgarradores con un lenguaje propio, personal, mostrando ese borbotear que
solemos atribuir a los jóvenes poetas, por decir a la poesía joven y que el
lector acucioso ojalá encuentre en sus versos.
En pocos
versos, Mendoza, describe la naturaleza no sólo del amor materno, sino también
le escribe a la mujer: como algo que no tiene parangón en toda la tierra. Entre
el dolor de la separación y la certeza del reencuentro con el ser amado se
desarrolla parte del texto. Bien dicen que el amor es una de las facetas más
importantes, la íntima convicción, contra toda previsión, razonable o no de lo
ineludible de un definitivo encuentro.
Luis
Hernández, el poeta que continúa encontrando unánime reconocimiento, decía que
los actos del poeta, son solitarios, como aquellos del amor y de la muerte,
frase de apariencia extraña, pero que encierra una verdad rotunda.
Espero
haber cumplido la tarea, por estar en contacto con la literatura, mejor aún con
la poesía, y peor aún por tener el compromiso que asumí cuando me propuse
iniciar una nueva colección de poesía, que denominé Jaula de papel, la
cual publicará a poetas jóvenes, tal vez mal llamados post dos mil.
Apenas terminé de ahondar más sobre el libro Cuaderno de ceniza de Darwin Bedoya, que coincidéntemente tuvo el valor de ver la luz a finales del
año (30 de diciembre, 2011); por el contrario, en el mejor de los casos, me
volveré especialista, porque cuanto más en serio tome esa profesión "de
crítico" y los compromisos diurnos o vespertinos, será claro al final de
la jornada darme cuenta para quien o quienes escribo. Apasionadamente lo
considero una tarea primordial, casi demasiado seria.
—Walter L. Bedregal Paz